domingo, 2 de noviembre de 2008

BAR SWINGER, EL ÚLTIMO BASTIÓN FEMENINO


En este segundo texto (que podría ser el último) y en espera de comentarios resentidos, pero inteligentes, me he propuesto dos objetivos: primero, reforzar en nuestras mujeres y en nuestros pobres hombres maltratados el concepto claro que los individuos con una extremidad entre las piernas somos SUPERIORES, sin lugar a dudas y sin campo a discusiones. Es por esto que lanzo un reto a usted, la más recalcitrante feminista a terminar de leer el texto antes de lanzar el mouse contra la pantalla y más bien catalizar su ira en la democrática sección de comentarios.

Mi segundo objetivo es más loable, quiero invitar a mis lectoras feministas a que recurran al último rincón donde una mujer de verdad tiene poder y dominio: un bar swinger. Quiero que inviten a su mejor amigo, a su novio, al tipo que no les para bolas, al tío morboso, a su mejor amiga o peor enemiga, y si quieren hasta a sus primos y primas a que compartan con ustedes esos hermosos y sudorosos encuentros, que se desahoguen, se ahoguen y se desfoguen.

En este punto vale la pena acotar, que a pesar de ser un hombre, latino, y me creo muy macho, no soy machista. De verdad no lo soy, mi madre lo confirma, mis amigos del bar lo aseveran, y si aun quedan dudas, pueden preguntárselo a la esclava de mi mujer.

Hago este comentario para que no infieran que mi certeza acerca de la superioridad masculina está mediada por un supuesto machismo, por mi ignorancia o por mi falta de contacto con ellas. No señoras y desafortunadas señoritas, esas no son las razones de mi apasionamiento, y no solo lo creo, estoy completamente seguro que somos mejores, y todo ello gracias a la vasta evidencia existente en nuestro mundo al respecto.

Para comenzar, esta demostrado científicamente que somos más inteligentes, es evidente que físicamente estamos mejor diseñados hablando, ocupamos las posiciones de poder más importantes del mundo e incluso en aquellos roles considerados socialmente como “femeninos”, como cocinar –los mejores chefs del mundo son hombres-, el ballet –los más reconocidos bailarines y hasta patinadores artísticos son hombres, o ser sensibles –sino recordar la cantidad de poetas y artistas hombres que se han tirado de un quinto piso por su excesiva sensibilidad-, también somos el punto de comparación.

¿Qué somos los peores? Pues también. ¿Cuántas mujeres han organizado y dirigido una guerra mundial? ¿Cuántas han exterminado millones de judíos, negros, brujas o japoneses por obra y gracia de su discurso? ¿Cuántas diariamente se dan en la jeta con sus congéneres por cualquier payasada?

Y si partimos del hecho históricamente comprobado que la violencia y la destrucción han sido capaces de generar cambios radicales para mejorar nuestra sociedad, pues si, con orgullo digo que somos los artífices de ese cambio por ser tan animales, y ustedes mujeres nos deben lo que la sociedad es hoy en día.

Mi punto por si alguna fémina, o alguno de mi género desafiado intelectualmente, no lo ha captado: cuando somos buenos somos los mejores, y cuando somos malos, pues somos los peores, con nosotros no hay aguas tibias o puntos medios, vamos a lo que vamos.

Ya para estas líneas la lectora feminista se sentirá contrariada, imaginará que soy un peludo chimpancé como el de la foto, que camina en 4 patas y come bananas y en el fondo lamentará que mi mujer siga aguantando que le pegue y que la menosprecie.

Pensará que hay cientos de casos –puntuales y anecdóticos por cierto- donde la mujer ha triunfado sobre los hombres, que si el mundo estuviera dirigido por mujeres seria mejor –el mismo principio de tener mamá pero muerta-, dirá que las cosas están cambiando rápidamente – como si a alguien le importara si las mujeres lideran el mundo en 2.000 años cuando probablemente ya se haya extinguido el berraco planeta-.

Finalmente doña feminista reprimida acudirá al tibio argumento de la concepción y reproducción, y dirá que esos 9 meses es lo que les da la ventaja a más de de 3.000 años de rezago y dominación peneana. Argumento bastante débil considerando que nadie envidia 9 meses de dolor, incomodidad y mareos, y aun más sabiendo que gracias a la tecnología creada por hombres, hasta de entre un tubo podemos sacar un chino, una oveja como Dolly o un nuevo hígado para aliviar años de borrachera.

Y con sus últimos alientos mencionará que al menos dominan en la cama, otra irreverente estupidez. ¿Si dominan en la cama porque más del 40% de las mujeres dicen no sentirse satisfechas -y no lo dicen mis parejas, lo dice un estudio hecho por mujeres-? ¿Por qué se aguantan que el chimpancé que se les cuelga no sea más caballero? ¿O más tierno? ¿O mejor polvo?

Sin importar la razón, y sabiendo que todas las razones a esgrimir para justificar su triste situación de insatisfacción, son cada una, peor que la anterior, podríamos concluir que, para ser las dominantes y las que tienen el control de “aquello”, pues más jodidas no podrían estar.

Ya que demostré –porque todo lo que he dicho tiene fundamento científico, empírico o requiere tres pizcas de sentido común-, que nosotros los machos cabrios somos superiores, quiero al menos concederle algo a las mujeres, y es que son muy aguantadoras y tienen una estabilidad mental a prueba de todo. Yo hace mucho me habría suicidado –como mis amigos los poetas- o al menos recluido en una clínica mental, viviendo en un mundo de sumisión, decepción, insatisfacción y llanto, eso si se los reconozco, para aguantar y aguantar, pues más que una mula de carga y no hay quien les gane.

¿Y entonces que hacer si eres mujer? Pues lo único que te queda es volverte asistente frecuente, socia y si es posible dueña de un barcito swinger de tu pueblo, ciudad o barrio. Esa es la solución a tus problemas. Es el último lugar donde una mujer realmente puede dominar.

¿Cómo así? ¿Un bar swinger? ¿Donde una manada de jubilosos machos van a manosear a la que se deje? ¿Dónde todos se tocan, todo se toca y todos se estocan? ¿El ultimo recodo de mi amiga feminista? Pues si. ¿Quién lo habría pensado? Pues yo, un hombre.

Y ahora les explico, hay 3 razones por las cuales un bar swinger es el dominio de las mujeres, es el lugar donde con un gesto pueden movilizar “sus masas”, donde ningún hombre puede vapulearlas y sobre todo, donde todo lo que nos hace tan machitos es precisamente lo que nos hace unos pendejitos:

Razón 1. Mariconcitos si no. Pues si, macho que se respete como yo, ni a metro se le acerca a un tipo en bola. Imagínese aun llegar al punto de un roce, o que el compañero de cama le de por abrazarme, por saludarme o que me pique un ojo, eso si no, yo podré ser lo que ustedes quieran pero por ahí no me entra.

Nos da terror el contacto masculino y más aun si estamos indefensamente empelotos, eso hace que estemos todo el tiempo a la defensiva, asustados, pendientes de donde me muevo, donde lo coloco y donde me lo colocan, en otras palabras, nuestra capacidad de concentración esta tan completamente absorbida por dichas maniobras corporales, que comenzamos a presenciar un rezago evidente en nuestra brillante inteligencia.

Razón 2. Mucho macho y poca mecha. ¿Qué usted es el que dura seis horas sin parar amigo mío? Pues yo duro 8. ¿Qué usted ha estado en trios? Pues yo he estado con 9. ¿Qué el viagra ni sabe para que es? Pues yo paso 8 días sin comer, sin dormir e igual me filmo una película porno de duración Kubrick y le hago de camarógrafo, director, protagonista y antagonista secundario.

En realidad hablamos mucha paja y en términos del sexo es más la paja que hablamos que la que nos aplicamos. Sin embargo en un bar swinger, nadie chicanea, nadie dice yo hago o yo puedo, todos dicen yo intento, y eso nos lleva a otro implacable castigo.

¿Si no podemos chicanear sobre el mismísimo centro de nuestra masculinidad? ¿Entonces a que queda reducido uno? A un pobre tipin sin fantasías ni secretos, lo que nos hace estar expuestos y con temblor en la nalguita, y a la merced de la “evaluación de desempeño” –si señores como en las multinacionales- del público presente.

Es que una cosa es que no se me pare con ella, porque al fin y al cabo, pues es culpa de ella, ¿quién la manda maquillarse así? ¿quién la manda no moverse mejor? ¿quién la manda no poder liberarme del estrés?, pero ya pasar a que la mejor amiga de tu amiga sea testigo, pues ahí si como para salir sin cortar oreja.

Razón 3. Arrecho hasta el techo. Amiga y lectora mía, este es el único lugar donde si eres una belleza rara, si tu personalidad es lo que siempre mencionan tus amigas, y donde tu virginidad, tu falta de gusto en la moda, o hasta tu exceso de vello, no son ningún impedimento para encontrar el amor de tu vida, aquel que te acompañara en las buenas y en las malas por los próximos 15 minutos.

Es del saber popular que hombre arrecho, hasta a un ventilador encendido. Así que después de entrados en la irrigación sanguínea, se nos acaban los escrúpulos y el gusto, sin un solo trago ya nos pareces hermosa, y si le sumamos la falta de luz, pues eres espectacular, una belleza única, la verdadera y con la que me caso.

Teniendo en cuenta estas 3 razones, yo me pregunto, ¿que más quieren?, esto el paraíso terrenal del cual fueron expulsadas las mujeres por culpa de cierta mujer que fue tentada por cierto animal de genero femenino. Y ahora vienen a decir que nosotros somos los que armamos problema, ja.

¿Qué mejor oportunidad amiga mía, para hacer y deshacer? Cualquiera estará a tus pies, nadie te rechazara, nadie dirá no y nadie se reirá. En contraprestación, puedes decirle no a todos, puedes rechazarlos, hasta humillarlos, te puedes dar el lujo de hacer lo que han hecho contigo durante tantos años tus papas, tus hermanos, tus jefes, tu mugroso esposo y hasta tus hijos, alguien muy sabio dijo –y creo que fue en esta página- que no hay forma más honesta de perdón que la venganza. ¿Entonces? A perdonar se dijo!

Si ahora nuestras lectoras no están convencidas de salir corriendo de inmediato a un bar swinger con el primero que se les atraviese (favor recordar que solo abren de noche, que pueden ir solas, pero que estoy disponible) pues no se que más quieren.

En un escenario único, donde nosotros los machos dominantes estamos asustados y preocupados, donde nuestras más finas habilidades de comunicación, concentración y liderazgo están disminuidas, donde ustedes con una palabra o un gesto pueden acabarnos y donde van, sin lugar a dudas, a ser el centro de atención.

¿Qué le da asco? Pues para eso hay jabón, agua y toallas. ¿Qué que pensaran de mi? Pues ningún hombre piensa nada bueno de usted así que no sea tan pendeja. ¿Y donde queda el amor? Pues en el mismo sitio donde quedo la última vez que su príncipe azul se acostó con una más fea, menos creída y menos estudiada que usted. ¿Qué si es muy caro? Pues yo la invito no se preocupe.

¿Y los riesgos? Pues como decía mi sabio papa, con condón y por detrás no pasa nada. ¿Y si no soy capaz? Pues como mi aun más sabio abuelo el costeño rezaba “con saliva y con maña se lo metió el burro a la araña y fue toda una hazaña!”.

En conclusión, si usted pobre mujer ha soportado a esta sociedad machista que las oprime, que no les da el papel que se merecen, que no las aprecia por sus logros y esfuerzos, que no les da oportunidades, pues entonces, siéntase una mujer de verdad! ¿Qué espera? Vaya a un bar swinger!

P.D. El autor no trabaja, no es dueño, no tiene tarjeta de puntos o millas, ni pertenece a ninguna asociación de clubes, bares swinger o antros de mala muerte. Ninguno de sus familiares en tercer grado de consanguinidad o segundo de afinidad ha ido a un bar swinger. No fue abusado por una feminista, ni lo dejó una novia para volverse lesbiana.

1 comentario:

Tu voz es mas fuerte que los sentimientos. Opina.